4.3.14

La tercera parte del mar.


una mañana salada al lado del mar se levantan
las pestilencias de siglos
pasados que no terminan aún su proceso de descomposición

con el placer olvidado que concede la angustia
corroe el relato la mustia cadencia
de un ojo cansado
adivinando la suerte del cazador de libertades
un extranjero que se somete al cambio
con la asiduidad con que muda de estación el paisaje
se levanta por las noches a caminar calles llovidas


su prepotencia suicida le sostiene los brazos
baila algunas veces para olvidar
un dolor sistemáticamente falla en sus pretensiones
y amanece ahorcado en Humberto Primo y Paseo Colón

por las tardes se asoma a un boliche
sin gracia compra todos los diarios
todas las revistas revisa
los clasificados mojados por una lluvia invisible
esperando ver el sol entre los rubros que ya no se publican.

ausente y creativo se lesiona el cráneo tantas veces
que a fuerza de golpes aprende a pensar
sustituye su cariño por una alfombra
cada quince días se frota los pies
raspa de sus talones
el cansancio de todas las caminatas nocturnas

relata los detalles de sus crímenes mortecinos.
algún día hace de su diario un libro de cuentos
publica sus confesiones en una impresión de medio pelo
tanto papel para limpiarse el culo después de cada ritual digestivo
y cada vez que se alimenta tiene cien servilletas
ocioso como es le vienen bien todos los halagos 

resplandeciente en su automatismo
monologa con espasmos
cría sonetos y soliloquios llorones
se encarga de macerar bien todas sus dudas
le otorga una importancia preciosa a sus sueños.

pero jamás se acuerda de escribirlos

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